La resistencia siempre es pacífica. Es una forma de arte y el arte es una forma muy eficaz de resistencia individual. Implica propugnar una transformación en el ámbito social, cultural y político a través de la manifestación personal de la resiliencia sin necesidad del empleo de la violencia. Es elocuente en sus silencios, sin caer en la sumisión o en su defecto la apatía.
Resistencia puede significar una decisión: decidir tener el valor de contemplar, la no acción, solamente contemplar, el sin sentido, pausa en la mente. Resistir puede ser manifestarse a través de la creación, la interpretación o la descontextualización. Así mismo la abstracción como postura política, ya sea en arte, o bien en la manera de vislumbrar el mundo ha sido, es y esperemos siga siendo una herramienta que nos aporte alternativas de supervivencia emocional. Salir de lo reconocible, entrar en el mundo de la ambigüedad, abstraerse de cierto momento.
Creo necesario el aislamiento físico o psicológico para poder crear en espíritu de resistencia y abstracción, un exilio voluntario para observar de forma atenta. En paz, con tiempo de sobra. Con momentos de soledad, un mundo aterrador y a la vez asombroso y curativo.
Medicina que nos ejercitará la conciencia de Estar, para evitar reaccionar con impulsividad y tratar de lograr un equilibrio entre la intuición animal, el placer, el dolor, la razón, y la ecuanimidad, entre otras cosas.
En mi tarea como fotógrafo, la cámara me permite aislarme, desconectarme, olvidarme de mi mismo y conectarme con algo mas grande de lo que la cultura, ciencia y educación me han enseñado con respecto a la “realidad”. Al hacer fotografía, seleccionar, editar o bien coleccionar me expando, me pierdo y me encuentro continuamente. Vivo, muero y renazco, ¿para qué? no lo sé, probablemente nunca lo sabré, probablemente de eso se trata, de nunca llegar y seguir perdidos en los senderos que seguirán asombrándonos en el camino. Probablemente hago fotografía para sobrevivir emocionalmente, es mi manera de resistir a una vertiginosa realidad con la cual a menudo no puedo con ella y me rindo. Resisto, miro al suelo y busco formas, dragones, caligrafía china, ¿qué sé yo? Entiendo mis límites físicos y actúo, pero con la conciencia de que el infinito está aquí en este planeta que por ahora nos tocó poblar y hay mucho aún por explorar.
Me es importante como parte del ritual creativo, compartir mis hallazgos. Siembro, echo semillas al aire, pero no volteo a ver la cosecha, eso se dará, con o sin mí, ahí es cuando se crea la poesía, la empatía, ambas inefables y anónimas. (El anonimato es una forma de resistencia, un lujo en la actualidad)
La revolución que tanto anhelamos existe dentro de cada individuo. Es una manifestación singular e irrepetible. Ser activista es un estado del alma mas allá del tiempo, de la historia, de los sistemas políticos, uno decide si lo hace público, en masa o si lo expresa en silencio. Parece que flota en el aire la manera violenta , ruidosa y viral de resistir. Una manera fácil de contagiar, como una pequeña flama que hace todo explotar en segundos, creando un espectáculo pirotécnico que dura un breve momento, y después…cenizas, al final todo es cenizas. ¿Cómo hacer que esta explosión dure un poco mas, que se expanda, que surja nueva luz? Luz que nos deslumbre hasta que no resistamos mas, regresemos a la oscuridad y así seguir el ciclo. No sé, mientras tanto, sigo tomando fotos.
Alex Dorfsman, 22 de julio de 2017, Ciudad de México.